España registra el nivel más alto de vacantes en su historia, pese a que el volumen sigue siendo menor que en el resto de la UE. Cuanto peor retribuye el sector, más diferencias hay en el análisis de empresarios y trabajadores
No hay problema más difícil de resolver que aquel cuya existencia no es reconocida por las partes afectadas. El siguiente tipo de entuertos más complejos son aquellos en los que los interlocutores difieren en las causas que los originan. El debate general sobre los puestos de trabajo sin cubrir en España tiene bastante de lo primero y mucho de lo segundo.
Los sindicatos defienden que, de forma global, no faltan trabajadores, sino mejores condiciones laborales. Su argumento más repetido para sostener esta posición es la tasa de desempleo: de un 13%, tres millones de personas que buscan trabajo y no lo encuentran. Los patronos rechazan esta premisa y ponen encima de la mesa las múltiples encuestas a empresarios en las que la mayoría manifiesta trabas para encontrar mano de obra: la más reciente es la de la consultora KPMG, en la que ocho de cada 10 empresas consultadas dicen tener problemas para cubrir vacantes. No hay consenso ni en el Gobierno. El Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones defiende recurrir a la mano de obra extranjera para algunos perfiles, ya sea mediante regularizaciones o contingentes, mientras que el de Trabajo calca el discurso sindical.
Las estadísticas oficiales sobre vacantes no terminan de responder a esta cuestión. Los datos del Instituto Nacional de Estadística indican que en el último trimestre de 2022 había 140.000 vacantes. Es el registro más alto en ese periodo al menos desde 2013, cuando empieza la estadística, que ha ido creciendo progresivamente desde entonces —con la excepción de 2020, el año de la pandemia—. Pese a ser un nivel récord, es un agujero pequeño respecto a los 20,45 millones de trabajadores.
En la comparación europea, España destaca como uno de los países con un menor nivel de vacantes sin cubrir, con una tasa del 0,9%, frente a la media europea de un 2,8%. Solo Bulgaria y Rumanía notifican un porcentaje inferior en el continente (0,8%). Los que arrojan registros más altos son Austria (4,6%), Bélgica y Países Bajos (4,5%). Contrariamente a lo que podría parecer, la correlación entre este indicador y el del desempleo no es perfecta: por ejemplo, Suecia tiene una tasa de vacantes coincidente con la media de los Ventisiete, pero la tasa de desempleo (7,5%) es bastante superior a la media (6,2%). Este desacople indica que las particularidades de cada país son clave.
Las posiciones de empresarios y sindicatos parecen irreconciliables. Sin embargo, cuando se aterriza el debate a sectores concretos, en vez de discutir en términos generales, aparecen algunas sintonías. Y se da la circunstancia de que la coincidencia en el análisis es mayor cuanto mejores son las retribuciones. Por ejemplo, empresarios y sindicatos hacen un diagnóstico parecido sobre por qué hay puestos sin cubrir en la industria metalúrgica, pero es muy distinto en la hostelería. De forma paralela, hay la misma distancia en las soluciones propuestas.
En busca del análisis concreto para cada actividad, EL PAÍS ha conversado con responsables patronales y sindicales de sectores en los que los empresarios denuncian escasez de mano de obra. Por parecidos que sean los escenarios, algunas de las principales claves se esconden en los matices. Añadimos algunos datos de partida en cada sector para contextualizar mejor lo que dice cada experto.
Construcción
Salario bruto medio mensual en 2021: 2.056,69
Incremento del salario a lo largo de 2022: 3,02%
Desempleados en el sector: 133.400
Ofertas de empleo de difícil cobertura: 4,6%
Daniel Barragán, secretario general de CC OO del Hábitat, considera “obvio” que no hay tantos trabajadores interesados en trabajar en la construcción como necesita el sector. “Pero esta afirmación lleva muchos matices. No hay suficientes porque, aunque las tablas salariales estén bastante por encima del salario mínimo, ese extra no compensa ante lo duro que es este trabajo y el riesgo de accidentes”. En 2022, 150 personas murieron en la obra, 30 más que el año pasado y más que en cualquier otro sector.
Pedro Fernández, presidente de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), cree que los salarios no son el problema por el que no consiguen suficientes empleados: “Es dar una solución simple a un problema complejo. No es ese el problema, cuando por convenio todos cobran un 30% por encima del salario mínimo. Y el salario real es aún mayor. Preguntémonos que nos parecería que subamos los salarios un 40% y suba otro 40% el precio de las infraestructuras”. Barragán cree que sí hay margen para subir salarios sin incrementar precios.
En otros aspectos, sí coinciden en el análisis. Los dos creen que la “mala fama” del sector no ayuda a conseguir empleados. “Tenemos que hacer ver que este ya no es el sector de la arena y la carretilla, que hemos evolucionado muchísimo”. Barragán considera que esa mala imagen “se tiene por algo; hay que mejorar en seguridad y en estabilidad”. Los dos creen que las carencias en FP en las últimas décadas —”que soluciona la nueva ley”, según Fernández— también afectan negativamente. “Tenemos que caminar hacia itinerarios cortos y acumulables. Los muchos desempleados que se pueden recualificar no pueden pasarse un año estudiando y sin cobrar”, añade Fernández, que también defiende, como su homólogo del sector de la hostelería, la compatibilidad de los subsidios y el salarios durante los periodos de prueba.
A diferencia de Gallego, no defiende la llegada de trabajadores extranjeros al estilo de los temporeros: “Tiene su complejidad. Es algo que ya se ha probado y no ha tenido éxito porque la formación es muy importante. Yo no sé si el encofrador de Perú encofra como el de aquí”. Sin embargo, sí ve con buenos ojos la regularización de personas sin papeles, en línea con los planteamientos del Ministerio de Migraciones: “Si le das un pequeño curso a una persona que ya está aquí, ya sea extranjera o desempleada de larga duración, es una solución”. Barragán también rechaza frontalmente los contingentes y abre la puerta a las regularizaciones, “pero con garantías al 100% de que se incorporan en las mismas condiciones y con seguridad; si no has estado en una obra en tu vida eres carne de accidente”.
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Fuente: El País